Plaça Vella
Desde finales del siglo XII el espacio delante del Castell-Palau, actual Torre del Palau, se convirtió en la Plaza de la Vila, que con los siglos fue ganando amplitud hasta convertirse en el escenario habitual del mercado. A finales de siglo XIX, el Ayuntamiento decidió trasladar los puestos al Raval de Montserrat, en el actual Mercado de la Independencia, y dejó la plaza, desde entonces con el sobrenombre de Vieja (Vella), con libertad para crecer progresivamente: zonas ajardinadas, edificios majestuosos, estatua de Alfons Sala (ubicada actualmente en el Paseo), tráfico de coches… Y cambió el nombre en función del contexto histórico y político: Plaza de la Constitución, Plaza de la República, Plaza España…
Finalmente, con la caída del franquismo, retomó el nombre popular, Plaça Vella, y a partir del 1990 se remodeló definitivamente, convirtiéndola en peatonal.
A pesar de todos estos cambios, la plaza siempre ha sido el punto de encuentro de muchos tarrasenses y el símbolo del bullicio festivo de la ciudad. La combinación de edificios modernistas – por ejemplo toda la parte norte, al lado de la Torre del Palacio-, con la Catedral del Sant Esperit y con bares históricos de mucha solera, han convertido la Plaza Vieja en un magma muy representativo de la ciudad de Tarrasa.
Es todo este ambiente el que quiso plasmar el cantautor Miquel Pujadó en su canción A Terrassa hi ha una plaça (2004). Con claras influencias de la chanson francesa, Pujadó ha estado desde los años 80 escribiendo canciones con una clara voluntad de representar el sentimiento popular desde un punto de vista poético.
Con una larga trayectoria discográfica y concertista, también ha cultivado la literatura y la docencia. En la canción que dedica a la Plaça Vella, Pujadó quiere reflejar estos largos anocheceres de ajetreo, donde nos podemos imaginar un tarrasense cualquiera sentado en el antiguo Mesón de los Arcos viendo peregrinar personajes locales de todo tipo.